ACONTECIMIENTOS VIVIDOS EN 2020 Y 2021


EXPERIENCIAS PANDEMIA COVID-19

Era enero de 2020, una llamada iba a cambiar mi vida. Profesor de Tecnología en un instituto... ¡en Tarifa! Todo eran felicitaciones, "qué suerte", "aquello es un paraíso", "vas a disfrutar". Conocía Tarifa de oídas, grandes playas y mucho viento, pero nunca había estado. Llegué al atardecer del día anterior para incorporarme a mi nuevo puesto. Fui a ver dónde estaba el centro y, para mi sorpresa, a dos pasos me encontré con el panorama que se puede ver en la imagen. "Es verdad, esto es un paraíso".

En ese momento poco se hablaba del Coronavirus. Alguna noticia venida de China, pero no parecía preocupar demasiado, era algo muy lejano... Pasaron unas tres semanas y las noticias empezaban ser asiduas, pero en España era impensable que nos pudiera afectar. A final de febrero decidí aprovechar el puente de Andalucía para visitar Marruecos. La distancia entre Tarifa y Tánger es tan pequeña que se puede ver a simple vista. Cogí un ferry y en menos de una hora me encontraba en otro país, ¡en otro continente! Al salir de España no me habían pedido ninguna documentación a parte del pasaporte, pero al llegar a Marruecos... ¡control de temperatura! ¡mascarillas! ¡documentación para avisar posibles contagios! Me sentí extrañado, "en España no me han tomado temperatura alguna...". Durante mi estancia en Tánger disfruté sin pensar en el virus, sin ser consciente de que iba a ser mi último viaje internacional hasta hoy día, con lo que me gusta viajar.

Al volver a España seguía sin haber ningún tipo de control, "¿estarán en Marruecos obsesionados o en España estamos siendo unos inconscientes?". Pues bien, ¡dos semanas después no iba ni a poder salir de mi casa! 13 de marzo de 2020, va a salir el Presidente del Gobierno a dar una noticia importante, se rumorea un confinamiento, me cortan las clases y decido volver a mi tierra, Granada. Se confirma, quedamos confinados durante dos semanas, no se puede salir de casa para nada más que lo esencial. Nadie pensaba que fuera a durar más de eso, pero el confinamiento se alarga. Las cifras de fallecidos son muy altas en España. Mucho tiempo libre encerrado en casa, y comienzan los retos virales, las videollamadas y los juegos online con los amigos. Pasan meses. Por fin los datos comienzan a mejorar, y nos dejan salir al exterior, pero todo ha cambiado. Todos vamos con mascarilla, no nos podemos ver la cara, muchas de ellas esconden miedo. El virus sigue ahí fuera y es invisible. En verano parece que mejora la cosa, pero es un espejismo. Comienzan las olas, una detrás de otra. Los datos mejoran, las restricciones disminuyen. Luego, los datos empeoran, y las restricciones se endurecen. Comienza a ser repetitivo.

El curso es anómalo. Todos vamos con mascarilla por lo que no nos podemos ver las caras, las medidas anti COVID son muy estrictas, y el gel hidroalcohólico que usamos al día se cuenta por litros. Las clases con mascarilla se hacen eternas, hay que forzar más aún la voz para que los alumnos te escuchen y en ocasiones falta el aire. Pero todo esto merece la pena, porque el virus sigue ahí fuera. Hasta que empieza a salir la noticia de que ¡las vacunas ya están listas! El tiempo comienza a pasar más deprisa y en el mes de marzo ya me ponen la primera vacuna. Sigo cumpliendo las normas a rajatabla, pero la serenidad que da tener la primera dosis de la vacuna es tremenda. Todo el mundo empieza a vacunarse y la segunda dosis llega. Ya soy inmune.